Lo que fueron inquietudes, han terminado siendo pasiones. Seis pasiones que han jalonado mi vida. Cuarenta y seis años de matrimonio que han dejado atrás la jubilación. He cumplido con el fisco y no tengo grandes deudas. He atravesado casi una vida y no con pocos obstáculos. Lo que me queda lo dejo en manos de Dios, confiando en que me permita terminar el presente libro, y algunos más que están en cartera.
Afortunadamente y gracias a Dios, tengo que agradecer a mis padres su ejemplaridad; siempre fueron modelo de fe para mí, modelo de abnegación, esfuerzo en el trabajo y ejemplares en el ahorro y en las relaciones humanas. No han derrochado y han guardado, lo que sabiendo invertir les ha proporcionado una vejez sin carencias esenciales.
Agradecemos al Estado los servicios sociales prestados, en especial en lo referido a la Ley de Dependencia. Mi padre en su etapa laboral, también fue un buen contribuyente según las disposiciones vigentes del momento. Toda esta protección estatal y protección resultado de su contribución, trae al hogar una estabilidad que repercute positivamente en las relaciones familiares. Lo que puede representar una carga por larga vida y en un estado de dependencia, con pan es menos carga. Cuento esto, porque la vida de mis padres ha influido en mi vida, y no puedo hablar de mi vida, sin hacer mención sobre la vida de ellos.